Mediciones físicas a malos ciudadanos arrojan sorprendentes resultados.
El mal comportamiento es, por encima del hacinamiento y la impuntualidad de los buses, el punto que más afecta la experiencia en estaciones y buses de TransMilenio. Un estudio privado quiso encontrar el origen del mal comportamiento de los habitantes de Bogotá, teniendo en cuenta, por primera vez, variables sicológicas, emocionales y físicas.
«Al menos mil pasajeros atrapados en flagrancia aceptaron hacer parte de nuestro estudio a cambio de evitar las nuevas multas que impone la policía al mal comportamiento, lo que nos permitió tener un amplio universo estadístico», comentó Egidio Cabeza, director del Instituto Frenológico Colombiano.
Entrevistas y rigurosos exámenes físicos permitieron crear, por primera vez, el perfil del bogotano vándalo solapado (Bovaso), ese que se cuela en las estaciones, no deja cerrar las puertas, se sienta en el fuelle y permanece en la puerta del bus, aunque se baje en la última estación del recorrido.
«Teniendo en cuenta las respuestas más frecuentes podemos decir que es un hombre de 23 años con muy baja autoestima, que nunca fue alzado de pequeño, que nunca ha leído un libro y con una vida sexual paupérrima. En resumen, un fracasado de aquí a Pekín», enfatizó el doctor.
De los entrevistados, solo el 20% aceptó participar voluntariamente en exhaustivas mediciones físicas que arrojaron el resultado más contundente del estudio. «El 90% tiene el órgano sexual de menos de 4 centímetros de longitud, mientras que al 10% restante no se lo pudimos encontrar para medirlo. En el reino animal esto es muy frecuente, los mamíferos que peor se adaptan a la manada suelen ser prácticamente eunucos».
El estudio concluye que estas miserables personas buscan compensar sus complejos físicos desafiando la autoridad y la presión social.
¿Y los que lo tienen pequeño pero no viajan en TransMilenio? «Esos compran camperos», dijo tajantemente el doctor Cabeza.
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