La sala plena del Alto Tribunal acaba de pronunciarse sobre un asunto cada vez más polémico. Tras resolver una acción de tutela interpuesta por el comité promotor del día del amor y la amistad que se celebra en septiembre en la que este alegaba violación de su derecho fundamental al trabajo, los magistrados determinaron que «en caso de colisión de festividades de similar raigambre debe siempre primar la que tenga mayor arraigo local. En virtud de lo anterior, la celebración de la fiesta de San Valentín, recientemente importada de Estados Unidos, no debe ser permitida en el territorio nacional».
La decisión cae como balde de agua fría a los comerciantes que esta noche esperaban un repunte importante en sus ventas por cuenta de la festividad. «Nos coge de sorpresa, nos tocará implementar un plan de choque, salgo ya para comité de crisis, por ahora se me ocurre celebrar día de San Cobardín y que acudan a bares y moteles todos los que originalmente tenían planeado quedarse en casa jugando Play Station, pero no es nada oficial», declaró a AP el presidente de Fenalco Bogotá.
«Me parece espléndido. Eso de acolitar la celebrada de fiestas foráneas es una solemne vagabundería, es la forma más sutil de imperialismo que doblega espíritus, marchita las almas y, sobre todo, mina la estética. Es hora de recuperar las carnestolendas, de sanpedrear en las oficinas. Si es preciso, soltar becerros en las plazas de comida los 20 de enero para replicar en cada ciudad la fiesta de Sincelejo», declaró un senador cuyo nombre el practicante no alcanzó a registrar pero que a juzgar por el tono y el mensaje no debe salir de Jorge Robledo o Roberto Gerlein.
Por lo pronto la Policía tiene orden de decomisar cualquier elemento alusivo a esta festividad como credenciales de Giordano, Timoteo y Ziggy; Trufas; Corazones inflables o ramos de flores. También serán conducidas a la UPJ las personas que sean sorprendidas caminando con cara de ponqué.
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