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En lo que se considera un nuevo récord personal para la señora Margarita de Laverde, un vaso plástico desechable ha sido usado y lavado ya más de 59 veces en su hogar de la ciudad de Ibagué.

A pesar de las críticas y reclamos de su familia, que considera una abominación lavar un vaso que ha sido fabricado para un solo uso, doña Margarita ha insistido en lavarlo como cualquier otro vaso de la casa.

El vaso se estrenó en un asado realizado en la calle frente a la casa y fue rescatado de la basura por doña Márgara, como le dicen sus vecinos, junto con otros cinco vasos que no resistieron de igual manera la esponjilla y el jabón lavaloza.

Nicanor Laverde, su esposo desde hace 65 años, dice que el lavado de los vasos desechables es constante motivo de peleas conyugales, peleas que él declara ya perdidas: «Es que a mí no me cabe en la cabeza que la señora no entienda lo que es algo desechable, que se compró precisamente para que no tenga que lavar. Quién sabe cuantos microbios nos hemos tenido que tragar por la terquedad de la doña. ¡Pero dígale algo a ver si no se gana una cantaleta! Yo ya no digo nada», confiesa don Nicanor haciendo un gesto de cremallera en la boca.

Sus 5 hijos y 7 nietos no son ajenos a la discusión, que tiene a la familia totalmente polarizada. Aunque la abuela no se declara ecologista, ella dice que no va a botar «algo que todavía sirve». Con esta justificación, la anciana recicla velas de cumpleaños, bolsas y papel regalo de celebraciones anteriores.

Lo que esperan todos en la casa es que nadie vuelva a llevar vasos desechables y que llegue el día en que por fin se rompa para poner fin a tantas discusiones.

 

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