Desde hace unos años, la presión de los animalistas y la mayor conciencia sobre la salud mental de las aves de corral abrió un espacio para la crianza de gallinas felices.
Estas gallinas son criadas en espacios abiertos, con comida a la carta, protector solar, pausas activas, piscina climatizada y todas las prestaciones sociales, lo que contribuye a su bienestar emocional. A algunas incluso se les ha visto paseando a su gallina interior.
Gracias a esto, las granjas de gallinas felices pueden vender los huevos al doble de un huevo normal, cuyas ganancias reinvierten en el fondo de pensiones para estas aves.
Sin embargo, hoy se conoció el caso de una gallina que, a pesar de tenerlo todo, cayó en una depresión profunda, por lo que sus huevos ya no pueden tener la etiqueta de felicidad aviar.
Guillermo Estevez, gerente de Recursos Aviarios de la granja ubicada en Chía, Cundinamarca, nos explicó: «Nosotros somos muy estrictos con nuestras políticas de certificación internacional, por lo que si una gallina nos dice que no es feliz, no podemos vender sus huevos al mismo valor. Es más, sin salir del nido, ella nos cacareó que, si fuera por ella, bien podíamos regalarlos».
Estudios han encontrado que un 4% de las gallinas sufren de depresión, una condición que no respeta edad o clase social.
«De nada ha servido decirle que sea feliz, que para salir de la depresión solo hay que desearlo y que hay gallinas que viven en jaulas y son positivas. Además, la droga psiquiátrica le achicó los huevos», complementó Estevez.