Miami no es el único destino global que por estos días se beneficia del turismo de vacunación.
La convulsionada región colombiana del Bajo Cauca también ha visto un inusitado aumento de visitantes foráneos, principalmente noruegos en busca de ser vacunados.
La diferencia con la ciudad estadounidense es que la vacuna que aquí se aplica no es ni la Pfizer, ni la AstraZeneca, ni siquiera la Sputnik V, sino la del ‘quihubo pues mijo cuando se va a bajar del bus gonorrea’. Esto es, la obligación bajo amenaza mortal de socializar con los grupos armados de la zona el capital propio o un porcentaje de los ingresos.
El tedio que marca la vida en este país escandinavo y que se vio acrecentado por la pandemia habría llevado a estos viajeros, la mayoría jóvenes, a dejarse atraer por la perspectiva de recibir lo que todos los consultados coinciden en describir como ‘una inyección cargada de adrenalina, mucho mejor que una con biológicos que nos prolongan una vida insípida y carcomida por la rutina’.
Un diario local de la pequeña ciudad de Namdalseid, cercana a la frontera con Suecia, recoge el testimonio de una madre resignada que no pudo convencer a su hijo Thor de no tomar un avión con rumbo a Nueva York para después tomar una conexión a Medellín y de ahí un bus al municipio de Caucasia.
«Thorsito supo de esta locura por un grupo de whatsapp de turismo extremo, verdaderamente extremo, y desde noviembre comenzó a ahorrar. Logró reunir cerca de 4.000 euros, de ahí tomó 1.000 para los gastos de viaje. Su plan es llegar a Caucasica (sic) y simular junto con Erik, su amigo de infancia, que han montado un hostal solo para esperar que estas personas les digan que les tienen que pagar para evitar problemas. En eso se va a gastar los 3.000 euros restantes y apenas se le acaben, se devuelve. Dicen que el último pago lo van a hacer con billetes de su juego de Tío Rico para más adrenalina. Tengo miedo».
Para camuflarse dentro de los nativos, los extranjeros se están vistiendo con sombrero de paja, camisa hawaiana, bermudas, sandalias y palo de selfie.
Si bien esta modalidad de turismo ha traído divisas a la región, las autoridades la ven con recelo y evitan asumir una postura. El que sí fue contundente al respecto fue el presidente de Colombia, Iván Duque, quien en su programa diario «Prevención y acción» -imitación en modalidad bajo presupuesto del ‘Aló presidente’ del difunto expresidente de Venezuela, Hugo Chávez- presentó orgulloso una gráfica que da cuenta de dicho incremento asegurando que este se debe a que gracias a su gestión, cada vez más turistas escandinavos «se mueren por venir a Colombia».