El hecho ocurrió esta mañana en la sucursal de una reconocida entidad bancaria en la Zona Industrial de Bogotá en la que el gerente decidió a “motu proprio” saltarse todas las recomendaciones de sus superiores además de ignorar todos los códigos y normas implícitas del sector para, de buenas a primeras, ofrecer atención a los clientes con los seis puestos para cajeros todos ocupados. Pero el experimento no funcionó.
“La verdad es que el ensayo nos ha salido un poco mal. No solo hemos sido víctimas de matoneo por parte de colegas que aseguran que ‘vamos a malacostumbrar’ a los clientes, sino que los mismos clientes han reaccionado de una manera que, francamente, no esperábamos”, asegura Pastor Mendieta, el iconoclasta funcionario responsable de la idea.
Y es que en la media hora que este reportero estuvo en el lugar pudo presenciar desde ataques de pánico, hasta rostros que expresaban una mezcla entre desconcierto y desconfianza, pasando por sonoras carcajadas que disfrazaban una profunda incredulidad. “Esta gente algo se trama, qué miedo, no hay el menor riesgo de que yo les deje mi plata”, declaró uno de los que ingresaron.
“¿Y ahora qué me pongo a hacer? Yo reservé la mañana entera para hacer esta consignación. No es justo. Yo soy pensionado, mis hijos no me visitan, mis amigos con los que tomaban café se han ido muriendo y no tengo nada que hacer. Esto es mucha desconsideración”, añadió un adulto mayor visiblemente contrariado. “En la cola del banco era donde me craneaba las rimas, no sé qué será de mi vida ahora”, expresó, entre sollozos, una mujer vestida con saco de lana virgen que dijo ser poeta autogestionada y gestora cultural.
La Superintendencia bancaria anunció esta tarde que ya abrió una investigación.