Una vez constató las duras condiciones de vida de quienes devengan su sustento diario del trabajo con aplicaciones para entrega de pedidos a domicilios, la excongresista Aída Merlano tomó la decisión de entregarse al Inpec.
«El que me recogió llevaba desde las 4 AM. Casi nos matamos tres veces por correr a entregar a tiempo pedidos y así evitar que nos sancionaran. En una de esas carreras a mi aliado de evasión lo atropelló un carro pero como no tiene EPS tuvimos que correr para donde un rappisobandero…».
Durante su periplo como repartidora, la excongresista prófuga alcanzó a entregar 9 hamburguesas, unos pañales etapa 4, una porción de ‘Arroz Gracias’ y un rappifavor del cual no quiso dar más detalles. Todo esto dejándole un triste saldo de 8.000 pesos en propinas y medio tanque de gasolina.
«En la cárcel por lo menos te atienden si te enfermas, así sea mal y tarde y tienes tiempo para cultivar la lectura y hacer deporte», dijo Merlano visiblemente cansada y frustrada. A lo cual añadió:
«Cuando me bajé de la cuerda, tuve una caída, pero no hubo ARL que respondiera por la lesión. Y eso que la silicona del glúteo amortiguó el impacto y protegió lo que es el coxis como tal. Es por estas cosas que cuando llegué a mi escondite lo pensé con calma y me decidí entregar al Inpec. No fue la decisión más fácil de mi vida, pero si fue bastante obvia.»
Horas más tarde llamó a la dirección general del Inpec solicitando un servicio de recaptura, el cual fue atendido prontamente con una móvil de la institución que llegó hasta su domicilio.
La señora Merlano permanece a esta hora en un juzgado de control de garantías a la espera del domicilio del juez, que, dada la congestión, tuvo que almorzar en su despacho.