El Ministerio de Salud informó sobre una inesperada disminución de los casos de Penis Captivus, término médico para designar el fenómeno de las parejas que no pueden separarse luego del coito, especialmente por desobedecer el mandato de abstinencia de la iglesia católica para los días santos.
“El índice de este fenómeno venía en aumento en la última década, pero este año el reporte de la red hospitalaria nacional nos informa de una sorprendente caída”, declaró Lastenia Rojas, del departamento de emergencias sexuales del Ministerio de Salud.
Sumados los reportes del jueves y viernes santo, apenas 14 parejas se han acercado con mucha dificultad a las Instituciones Prestadoras de Servicios (IPS). Expertos coinciden en atribuirle la merma a los cambios que ha traído para la intimidad de millones de parejas la pandemia de Covid19. «Ya hay estudios que demuestran cómo se desploma la líbido con cada declaración de un alcalde o una alcaldesa anunciando una nueva cuarentena total. Ese total el cerebro lo interpreta en todo su alcance, es decir, que cobija también lo que es la genitalia como tal. El deseo queda así confinado o, en el mejor de los casos, con pico y cédula», afirmó Rojas.
Aún no se conoce la razón por la que los enamorados sufren de esta extraña dolencia, o si el padecimiento corresponde al varón o a la hembra. Lo que se sospecha es que hay un fuerte componente sicológico, pues es un mal que sólo afecta a los católicos.
«Muchas parejas han llevado el rigor de la bioseguridad al extremo y esto también ha pasado factura. Abundan los casos de relaciones interrumpidas al terminar la rutina de higiene previa. Tras la cuarta aplicación de gel ya solo dan ganas de ponerse a ver Netflix, me dicen. También tengo varios reportes de tomas de temperatura que, como es natural por la calentura del momento, arrojaron cifras superiores al eterno 36.3, dato que cambió la excitación por el pánico, que también es matapasiones».
Y es que los riesgos y la zozobra propios de la pandemia rondan también los nidos de amor, lo que no debe ser un obstáculo. Al contrario, según Rojas, es una invitación a ser precavidos y, por qué no, reinventarse en la cama. «Muchas parejas han encontrado emocionante no quitarse ni medias ni tapabocas, por ejemplo. Lo cierto es que el reto es armonizar lo erótico con lo sanitario. Por ejemplo: limpiar con agua y jabón y después con gel las porquerías que le vas a decir a tu pareja al oído».