Tras haber retirado tres millones de pesos en efectivo de la sucursal de una reconocida entidad bancaria ubicada al Norte de Bogotá, Juan Manrique* caminó varias cuadras hasta llegar sin novedad a su casa.
«Que no me hayan atracado no es del todo correcto, permítame la acotación. Finalmente me cobraron por entrar a la sucursal, por el derecho de fila, por el oxígeno ingerido, por el manejo, el retiro y la sonrisa de la cajera. Igual, ponga que sí, que estoy contento, pues con esta platica con la que no contaba voy a poder pagar el predial. Papá me enseñó a ser previsivo, entonces yo cada semestre cuando hago mis cuentas y planeo todo el tema financiero, dejo una buen monto para lo que es robos y atracos. Estos tres millones estaban ahí en ese rubro. Cargaba otro en un lugar que prefiero reservarme y ese era el que iba a destinar a los gastos de la semana, me siento como dicen unas amigas medio bandidas, bendecido y afortunado», afirmó un sonriente Manrique.
Este hecho tiene sorprendidas a las autoridades de la capital y, en general, a la ciudadanía, que no entiende sobre todo cómo, si en el banco sabían de la suma que había en sus bolsillos nada extraño le ocurrió en el trayecto de regreso a su domicilio.
«Estamos sorprendidos, toda vez que lo normal en estos casos es que entre nuestros funcionarios exista uno con la responsabilidad de avisar a la banda de fleteros que se ganó la licitación para operar en el sector de que está saliendo un cliente con una suma importante. Definitivamente habrá que mirar bien qué está pasando con el tema de los campaneros», afirmó el gerente regional de la entidad. «Lo normal también es que estos tengan la debida comunicación con las autoridades, como es de rigor, pero esta vez, al contrario, los policías acompañaron al cliente asegurándose de que no fuera objeto del hurto», añadió.
«De seguro algo falló en lo que es protocolo para estos casos como tal. Investigaremos y tomaremos medidas como tal», aseguró, por su parte, un integrante de los organismos de seguridad.
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