Un equipo interdisciplinario de economistas, sociólogos y trabajadores sociales convocado por la Secretaría de Integración Social de Bogotá zanjó hoy la discusión respecto a si la costumbre, cada vez más extendida entre jóvenes adinerados de la ciudad, y del país, de terminar cada frase con la palabra «parce» con el fin, las más de las veces, de ocultar su condición social.
«No, definitivamente no, aunque se quite la seda, mona se queda. Meter un ‘parce’ cada dos o tres palabras no solo no logra el cometido lumpenizador sino que, al contrario, deja en evidencia complejos de la usuaria, y uso el femenino porque la costumbre se registra, según nuestras cifras, no invento, en esta población de manera predominante», aseguró uno de los miembros de la comisión. «El Distrito no puede aceptar este argumento para una reducción de su estrato, definitivamente no».
«Es que el de desestratificación es un proceso muy complejo, largo, que incluye además de los trámites, privaciones y sacrificios reales, como dejar la leche de almendra y volver a la entera, de bolsa y megalactosada o ser asiduo de Rock al parque y ni asomarse por Estéreo Picnic, que fue, justamente, donde encontramos mayor densidad por metro cuadrado de personas usando el ‘parce’ para efectos de blanqueamiento de orígenes», añadió.
«Si tanto les pesa la gomelería en los genes bien puedan empezar a cambiar cupcakes por ponqués ramito, Melgar por Brooklyn y garbanzos por quinoa, parce», concluyó.